Imagen 1

Soy de Colombia, una tierra donde las historias aún están vivas y uno tiene que creer un poco en la magia. En mi búsqueda por entender cómo las historias moldean las culturas, he viajado —con muy poco dinero— a más de 30 países, donde he contado innumerables historias… mientras vivía unas cuantas propias. He hecho autostop en ambulancias, me he sentado con chamanes en el Amazonas, he perdido todas mis historias y ellas me han vuelto a encontrar. Todo esto, para llegar hasta ti y traerte una historia.

Me gradué en 2015 de la Escuela de Narración Oral Vivapalabra en Medellín, Colombia, cuyo programa de 2 años y medio la convierte en una de las escuelas de narración más completas del mundo. Desde entonces he actuado en festivales internacionales de narración oral en Marruecos, Grecia, Alemania, Reino Unido y, por supuesto, Colombia. He ofrecido cientos de espectáculos de narración, conferencias y talleres de sanación a través de historias en universidades, escuelas, academias de idiomas, retiros espirituales, cafés artísticos, esquinas de calle, playas, encima de una pirámide… ¡y más!

Imagen 2
Imagen 3

Y en todos esos contextos, una y otra vez, personas con lágrimas en los ojos me han dicho: “¿Cómo supiste que esa era exactamente la historia que necesitaba escuchar?”

No lo sabía. Pero las historias sí.

¿Qué significa achira?

La achira es una flor sudamericana que suele crecer silvestre al borde del camino. Ha sido cultivada por comunidades indígenas durante miles de años como alimento y por sus propiedades medicinales. También limpia la tierra contaminada, así que es una planta que literalmente sana la tierra. Siempre ha sido mi flor favorita, pero no fue hasta hace unos años que descubrí la parte más loca: el nombre “achira” proviene de una raíz quechua que significa… Narrador de historias.

Imagen de achira
Imagen 4

Recogidas de todo el mundo, las historias de achira tienen, en última instancia, el mismo propósito: que salgas a vivir la tuya propia.

¿Quieres escuchar una?